Somos Misioneros
Nosotros Misioneros de la Sagrada Familia somos una congregación religiosa de hermanos y sacerdotes. Nos consagramos a Dios a través de los votos públicos de pobreza, castidad y obediencia. Creemos que Dios nos ha llamado para seguir a Jesucristo, y queremos participar en su mandato para la salvación del mundo. Guiados por el Espíritu Santo, cumplimos nuestro carisma de la pastoral misionera, de la pastoral de las vocaciones tardías y de la pastoral familiar. La encarnación del Verbo de Dios y la vida escondida de la Sagrada Familia de Nazaret son fuentes inagotables para nuestra espiritualidad.
La comunidad religiosa de los Misioneros de la Sagrada Familia fue fundada por el sacerdote francés Jean Berthier.
Él se sintió empujado a enviar nuevos misioneros a la Iglesia.. La palabra de la Escritura: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen pues al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha” (Mt 9,37-38), conmueve profundamente a P. Berthier. En su época mucha gente todavía no había escuchado hablar de Cristo. Él quiso donar muchos misioneros a la Iglesia. Por la motivo fundó nuestra Congregación en el año 1895en Grave, Holanda.
Carisma:
Las Constituciones de los Misioneros de la Sagrada Familia exige a todos los miembros a un tríplice carisma. El primer carisma es: Todos los miembros son misioneros y tienen que dirigirse hacia todos los que están lejanos, “hacia todos aquellos que el Señor, nuestro Dios, quiera llamar” (Hechos 2,39). Misioneros enviados para hombres que están alejados, es un campo misionero muy amplio. La gente alejada puede ser desde el punto de vista de la fe como también quienes viven en otros continentes, o quienes viven en los mismos países pero están alejados de la fe de Dios. Cada provincia tiene el compromiso de definir la tarea misionera para sus miembros.
El segundo carisma de la Congregación es la pastoral de las vocaciones eclesiales tardías. Ésta es una solicitud urgente de la Iglesia, ya que faltan en casi todas partes vocaciones espirituales. En algunas partes del mundo esta falta se presenta en forma dramática. Pero los Misioneros de la Sagrada Familia no buscan sólo candidatos para el servicio eclesial. Las Constituciones dicen a los miembros que tienen que dar también una atención especial pastoral y humana a los que ya trabajan en la Iglesia.
El tercer carisma de la Congregación es el empeño en la pastoral familiar. Con este mandato los Misioneros de la Sagrada Familia siguen ya sea las propias Constituciones cuanto el urgente pedido del Papa Juan Pablo II a nuestra Comunidad en el año 1995.
Espiritualidad:
Para la misión en nuestro tiempo, para la pastoral de las vocaciones espirituales, y para la pastoral de las familias nosotros encontramos orientación en las personas santas de Jesús, María y José.
Ellos nos conducen al misterio de la encarnación de Jesús. (Misterio de kénosis: despojo y olvido de sí mismo por amor los demás.) El Padre envió a su Hijo al mundo para llevar a todos los hombres de buena voluntad a la gran familia de su Padre Celeste. La meditación de la encarnación de Jesucristo y su larga vida escondida en Nazaret son una fuente de fuerza para nosotros, los Misioneros de la Sagrada Familia.
Un año y medio antes de morir, el Pdre Juan aconsejaba a sus hijos: "podemos sentirnos justamente orgullosos de estar bajo el patrocinio de la Sagrada Familia. Ahora bien, este patronazgo nos exige que imitemos su ejemplo. Deberíamos ser sus copias exactas, como si fuéramos retratos de la Sagrada Familia... Es necesario que la Sagrada Familia no sea tan bien imitada en ninguna otra parte como aquí. Pedan esta gracia a Dios, los unos por los otros”.
Para el Padre Juan Berthier, La Sagrada Familia era el modelo de todas las virtudes, y destacaba: la pobreza, la pureza, la obediencia, la laboriosidad , el recogimiento, la piedad, la humildad y la sencillez, la modestia, la abnegación y sobre todo el mutuo amor.
Quería que sus hijos practicaran sobre todo la pobreza, castidad y obediencia de la Sagrada Familia: pues cuanto más se acercaran a su contemplación y vivencia, sería mayor y más fructífero su servicio espiritual.
Un poco de Historia luego de la Pascua de Nuestro Fundador...
Cuando Padre Juan Berthier murió en 1908, trece años después de haber abierto la escuela apostólica para vocaciones tardías, la Congregación MSF contaba con 25 sacerdotes, 54 seminaristas, 13 novicios y 70 estudiantes. Todos habitaban en la casa madre y en otra casa en Grave. El nuevo gobierno, que fue elegido cuando todavía vivía el Fundador, buscó abrir nuevas escuelas apostólicas, especialmente en países donde se pudiera esperar muchas vocaciones tardías.
La situación política y las leyes anticlericales en Francia y en Alemania hicieron muy difíciles abrir institutos religiosos en estos países. Así las primeras escuelas apostólicas afuera de Grave fueron abiertas en Suiza, Bélgica y Holanda. Gradualmente la experiencia y la confianza de los superiores en Grave crecieron, así fue que en 1910 aceptaron la solicitud oficial del Santo Padre para comenzar una misión más allá del océano, y enviaron al final de este año los siete primeros misioneros a la región amazónica de Brasil Norte. En los años sucesivos, nuevos misioneros fueron enviados regularmente a esta región de mala fama a causa de los riesgos para la salud.
La primera guerra mundial (1914-1918) tuvo también graves y dolorosas consecuencias para la joven Congregación MSF. Casi todos los estudiantes, hermanos y sacerdotes franceses y alemanes fueron movilizados. Un número considerable de ellos murieron. La Congregación también sufrió muchos daños materiales. Poco tiempo después del final de la guerra, en 1919, un sacerdote muy enérgico, Padre Anton Trampe, fue elegido superior general, y dirigió la congregación hasta 1947.
Durante el período entre las dos guerras mundiales la congregación creció fuertemente en número, de modo particular en Alemania, Holanda y Polonia. Muchas escuelas apostólicas fueron abiertas, especialmente en Alemania, donde, después del período anticlerical, la religión obtiene nuevamente libertad de movimiento. En este período la congregación no creció solamente en Europa, sino también que los otros continentes vieron la llegada de importantes grupos de misioneros. En América latina, la misión del Norte de Brasil, fue ampliándose hacia otras regiones, especialmente en Brasil Sur, donde casi todos los habitantes eran descendientes de inmigrantes alemanes, italianos y polacos. Los primeros sacerdotes fueron a Brasil para ayudar las diócesis donde faltaban sacerdotes. Sus actividades quedaron limitadas al cuidado de almas en las parroquias ya existentes. Pero en los años 30 también se abrieron algunas casas de formación que tuvieron éxito sobre todo en Brasil Sur. También otros países de América Latina, recibieron misioneros MSF para disminuir un poco la falta de sacerdotes(en Argentina llegan alemanes en Abril de 1938 y en Chile llegan holandeses en Noviembre de ese mismo año). Además el gobierno general de la Congregación envió un número de sacerdotes a los Estados Unidos para ayudar a algunas diócesis donde había grandes grupos de inmigrantes alemanes. Poco tiempo antes de la gran movilización en vista de una nueva guerra mundial, el gobierno general decidió enviar casi setenta seminaristas alemanes a América Latina para concluir allí sus estudios de filosofía y teología. ¡Este gran grupo de hermanos, que recibieron la ordenación en el período durante la guerra, se convirtió para la misión MSF en América una inyección muy agradable!
En el mismo período, entre las dos guerras mundiales, una verdadera “misión entre los paganos” fue confiada a la congregación: Borneo Sur, Central y Este, un territorio muy amplio, casi diez veces Holanda, pero escasamente poblado. Con un entusiasmo enorme y con el apoyo de un frente interno fuerte de personas que sostenían espiritualmente y materialmente esta misión, los MSF holandeses han empezado allí su trabajo en 1926. Seis años más tarde los primeros MSF encaminaron sus actividades misioneras en la isla Java, y allí creció una misión floreciente, que se convirtió en ayuda y apoyo para la misión de Borneo durante todos los años sucesivos. En 1931 el Vaticano obligó al gobierno general a aceptar una misión difícil en Noruega septentrional. Un pequeño grupo de católicos dispersos en una región muy extensa en el círculo polar, tenía que ser asistido espiritualmente, y la Iglesia tenía que hacer sentir su presencia. Hasta ahora esta misión en la diócesis más septentrional de la Iglesia sigue siendo muy difícil.
En 1939 una gran parte del mundo y de la humanidad fue arrastrada de nuevo en otra guerra. También esta vez la Congregación tuvo que pagar caro: muchos miembros perdieron la vida. Muchos miembros murieron, sobre todo de las provincias europeas, pero también misioneros de la India holandesa (actualmente Indonesia), hubo muchas víctimas. Además de la pérdida humana hubo muchos daños materiales, particularmente muchas casas de formación y conventos fueron totalmente o parcialmente destruidos. Enseguida después del final de la guerra comenzó la reconstrucción que fue emprendida con mucho entusiasmo y empuje, y después de algunos años la formación pudo funcionar como antes de la guerra. En este tiempo las misiones recibieron una ayuda importante a través de muchos misioneros nuevos que no pudieron partir durante los años de la guerra. La provincia suiza que hasta ahora no tenía una propia región de misión, inicia una misión en Madagascar occidental.
En los años 50 la congregación alcanza el mayor número de miembros hasta ahora, más de 1300. Impulsado por el Vaticano, que ejerció una política muy centralizada durante el pontificado de Pío XII, la casa generalicia se trasladó desde Grave a Roma. La guerra mundial no creó solamente una nueva situación política en el mundo, sino que también en muchos otros campos surgieron nuevas ideas y movimientos, hacia los que el gobierno central de la Iglesia en Roma, y los gobiernos generales de las congregaciones religiosas no han mostrado mucha comprensión y apertura. Con la llegada del Papa Juan XXIII y sobre todo a través del Concilio Vaticano II (1962-1965), nació una nueva situación, en la cual la Iglesia buscó su camino en diálogo con el mundo contemporáneo. Fue un tiempo de impulso espiritual y de actualización, pero también un tiempo de incertidumbre y confrontacion, sobre todo de conflictos entre conservadores y progresistas. Esto le sucedió a la Iglesia en su conjunto, pero también a las distintas órdenes y congregaciones. Los religiosos fueron invitados a adaptar sus reglas, en una atmósfera de diálogo y reflexión, a las nuevas líneas del Concilio, sujetas a sus documentos. En grandes partes del mundo la adaptación fue alcanzada solamente después de un largo y a menudo doloroso proceso de diálogo y de compromisos. MSF pudo ofrecer la regla renovada a las autoridades del Vaticano en 1983.
Un nuevo cambio, importante también para nuestra congregación, sucedió, cuando en 1989 se derrumbó el muro de Berlín, y en pocos años la situación religiosa en Europa Oriental cambió. La gran provincia Polaca, que desde el principio de la guerra mundial fue aislada del resto de la Congregación, ahora pudo poner en práctica el carácter misionero de su vocación. En 1988 los polacos empezaron una primera misión en Papua Nueva Guinea, seguida rápidamente del envío de los misioneros a Bielorrusia y a la República Checa. La provincia Polaca también pudo ayudar a otras regiones de misión MSF, que sufrían una falta de misioneros debido a la disminución de las vocaciones en las provincias de Europa Occidental. La crisis de las vocaciones que se agravó desde los años 70 en los países occidentales, fue compensada parcialmente por las numerosas vocaciones en Polonia, Indonesia, Madagascar y Brasil Meridional. De tal manera la congregación pudo continuar su trabajo de salvación en Europa, América Septentrional y América Latina, Madagascar y en Indonesia. Un número de los miembros MSF trabaja bajo la dirección de los obispos MSF, actualmente nueve, en el cuidado de las almas en numerosas parroquias. Pero junto a esta tarea hay sacerdotes que se dedican a los tres apostolados especiales de los MSF: misión, vocaciones y familias. La Congregación intenta, a través de los sacerdotes especialmente preparados, dar un fundamento fuerte y estable al apostolado de las vocaciones, y especialmente al apostolado de las familias. De tal manera la Congregación quiere realizar su vocación en nuestro tiempo, fiel a las normas de su Fundador y a las expectativas de la Iglesia.