Juan Berthier es feliz en el Seminario y avanza en sus estudios y en el camino hacia el sacerdocio. Su ideal es ser como el Cura de Ars, muerto en 1859.
Sin embargo, Dios le va mostrando otro camino. Con algunos compañeros visita la Gran Cartuja, situada a unos 30 kilometros de Grenoble, fundada por San Bruno.
Allí descubre su inclinación por la vida religiosa.
A mediados de julio de 1861 un grupito de siete seminaristas, entre los que está Berthier, realiza una peregrinación a pie La Salette, donde la Virgen María se apareció, el 19 de septiembre de 1846, a dos pastorcitos.

Juan pasa allí momentos inolvidables y en aquel lugar, santificado por la presencia de María, toma la decisión de entrar en la Congregación de los Misioneros de La Salette. Al marcharse de allí se dice a sí mismo: ¡Aquí volveré!